El comentario del día es el del día después.  Porque ayer murió el que murió (me niego a ponerle nombre, vengándome así, puerilmente tal vez, de eso tan vil, tan cruel, tandemalapersona que dijo de los desaparecidos). Algunos discuten si es legítimo alegrarse por la muerte de alguien. No entiendo la discusión. No la entiendo, porque yo siento tristeza en estado puro… Ese tipo – ese mal tipo- me marca el pensamiento hoy, también, incluso hoy. Me remueve mi  vida que ya fue, esa juventud –la mía la de otros- que pudo ser y no fue.  Me remueve dolores, culpas. La tremenda culpa del silencio, pero no el del momento en que desoí los gritos (¿comprensible, el miedo al dolor es comprensible?) sino el posterior, el silencio tan pesado de hoy, de intentar reservar del mundo sólo un rincón tranquilo. ¿Salvada?

 

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